¿Dónde encontrar la Verdadera Felicidad?

“… Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” Salmos 45:7

¿Quieres ser feliz? La felicidad no depende de la cantidad de dinero que tengas, los estudios que poseas, los viajes por el mundo o que puedas comprar todo lo que se te pase por la mente. Tampoco está fundada en el éxito de tus relaciones familiares o amorosas, no se encuentra en… si te sientes realizado como profesional, si te sientes satisfecho con tu aspecto físico, o si sencillamente no tienes ningún problema que te agobie. He comprobado que la verdadera felicidad que reposa en el corazón del hombre radica en una vida llena de la presencia de Dios.

Hoy ya no dudo que puedes tener todo lo que siempre has soñado y recién darte cuenta que en realidad eso no te hace feliz. Puedes no tener nada y creer que necesitas algo o alguien diferente que Dios para ser feliz, y cuando por fin lo alcanzas, la desilusión viene al descubrir que esa no era la felicidad que anhelabas. Puedes ver frustrados todos tus anhelos o por el contrario verlos cumplidos y de igual forma sentirte un desdichado por no mirar al cielo de donde proviene la verdadera felicidad.

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Dios ha prometido el “oleo de alegría” (Sal. 45:7), el “recreo en su casa”, que él puede ser nuestro “deleite”, y que en nuestro corazón puede haber “fiesta” al sentir su presencia.

Es verdad que no todos los días son soleados, es verdad que hay veces que las nubes grises nublan nuestra visión hasta que llega la tormenta y sentimos que no podemos más, pero recuerda siempre que el “gozo del señor es nuestra fortaleza” (Neh. 8:10). No permitas que nada te quite la felicidad en el Señor, porque al hacerlo, logrará también arrebatarte la fortaleza.

Si has sentido ese gozo, sabes a lo que me refiero, y si no lo has sentido, quiero invitarte a que uses la llave que abre la puerta a la verdadera felicidad, que no esta basada en los placeres temporales del pecado, sino en la intimidad y comunión con Dios. Cuando entramos en la presencia de Dios, su ungüento desciende sobre nuestra cabeza y de repente nuestro entorno se llena de color.

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Si en este momento te sientes turbado, desconsolado y que nadie puede ayudarte, no te pido que me creas a mi, ni lo que digo a través de estas palabras, pero si te reto a que clames al consolador, al Espíritu Santo de Dios que siempre ha estado a tu lado, si hoy le abres tu corazón y le cuentas sinceramente lo que sucede, hará lo que mejor sabe hacer, y es que llenará de alegría tu vida y te dará una nueva visión y perspectiva de tu condición.

Cuando Dios nos llena con su presencia y podemos dejar en Él nuestras cargas, los problemas no se van inmediatamente, la situación que te atormentaba puede continuar perfectamente igual, pero la gran verdad es que tú ya no serás el mismo, el “oleo de alegría” te hará entender que realmente tu Padre está contigo, y que tus pasos son guiados y guardados por el Todo Poderoso.

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